Por: Cristopher Antúnez
Hace 10 años en un hotel de La Paz, Bolivia, conversé en el lobby con Johnny Herrera. Era vísperas del encuentro entre la U y The Strongest, el arquero estaba de buen humor y de la nada me dijo «Yo siento que soy el mejor arquero del mundo». La verdad es que me reí en su cara, bah, tenía la confianza para hacerlo y le respondí que para mi era malo, pero su temperamento lo convertía en bueno. De hecho en ese momento consideraba con más condiciones a Miguel Pinto (opinión merecedora de burlas de varios amigos). A 10 años de esa conversación informal, Herrera ganó una cantidad enorme de títulos, no siendo banca, ni estando en un equipo donde juega Messi y que los rivales llegan una vez al mes. No, salió campeón por ejemplo con un equipo que fue a jugar una final a Calama ¡Sin delanteros!, y no sólo tapó penales, se dio el lujo de marcar el último, para ser el primer equipo visitante en dar la vuelta en Calama.
Ni hablar de su segunda etapa en el club.
Claro, siempre que se habla de Johnny deportivamente, automáticamente hay que hacerle frente a la lluvia de críticas por su comportamiento fuera de la cancha y el hecho desgraciado que protagonizó.
Siento profunda pena por las familias involucradas en ese accidente, pero yo no puedo pretender que Johnny sea espejo para mis hijos, o Alexis, Pinilla, Medel o el que sea. La educación parte en casa y el primer espejo de los hijos es uno, no necesito buscar otros ejemplos.
Pero sigamos, Johhny es odiado, tanto es el odio que le tienen sus detractores, hinchas, periodistas-hinchas, que son capaces de pasarle la cuenta por cualquier palabra que diga, como si la mayoría fuéramos modelos de virtud y con el derecho de apuntar con el dedo al que se equivoca, como si además fuéramos seres perfectos diseñados en línea.
Johnny no te pido que seas simpático, ni buen hombre, eso se lo dejo a tu familia y amigos. Como hincha créeme que me basta con lo que haces desde que te pusiste bajo esos tres palos, porque no sólo defiendes el arco, defiendes el escudo como nadie. Claro, cometes errores, sí. Te pasas de revoluciones, también. ¿Pero alguien puede decir que este tipo no va de frente? ¿Cuanto le podemos exigir a un hombre que cada dos semanas debe ponerse en bajo una especie de hoguera donde varios desalmados le gritan asesino y otros hasta que se cansan?.
Divertido, que en un país donde se respira impunidad, justo los no hinchas de la U, adopten el caso de Herrera como el símbolo de la injusticia, como si hubiera escapado de los tribunales, como si no se hubiere sometido a la maquinaria procesal, como si aparte de las penas recibidas no tuviera un castigo social como pocos tienen en este país.
Porque a veces leo redes sociales y Herrera es más perseguido que un milico torturador o un cura abusador por ejemplo.
Escribo esto sólo para reflexionar sobre un ganador que se cree más ganador y que supongo llegará a ser mucho más ganador. Claro, en chilito eso es pecado.