A continuación revisaremos, la época más exitosa de la U en cuanto a tiempo y dominio en el torneo nacional se refiere. 5 títulos nacionales, una semifinal de Copa Libertadores y la base de la selección chilena tercera en el mundial del 62.
Centro de Leonel Sánchez y cabezazo de Carlos Campos, una de las exitosas fórmulas de los delanteros más reconocidos en el fútbol chileno que llevó al “Tanque” a convertirse en los goleadores históricos del romántico viajero. Pero el equipo de Luis Álamos era mucho más que eso, fue un plantel con una base que pocas veces se tocó y que mantuvo un estilo de juego admirado en Sudamérica.
En 1953, el “Zorro” Álamos sufrió un grave lesión en un clásico contra Católica el cual lo alejó de las canchas. La dirigencia de ese entonces tomó la decisión de mantenerlo en el club como jefe de las divisiones menores. Tras 3 años de trabajo intenso, asume como director técnico del primer equipo.
En 1957 y tras una lesión de Osvaldo Díaz, el goleador del equipo, la U resulta vice campeón y comienza a asomar un estilo de juego moderno, veloz y propositivo hacia la búsqueda del gol. Dos años más tarde el fruto del trabajo de Álamos se manifestaría con la estrella de 1959 obtenida ante Colo-Colo, lo que sería el inicio de la paternidad en la década completa que estaba por comenzar.
Con una mezcla de jóvenes promesas de las juveniles y dos adultos como Musso y el argentino Ernesto Álvarez, el equipo obtiene el nombre del Ballet, en referencia al Millonarios colombiano de los 50. El vistoso juego llevó a la escuadra a disputar giras internacionales, no solo en el continente sino que también en Europa. En 1963, el Ballet fue capaz de ganarle al Inter de Milán por 2 a 1 en el mismísimo estadio San Siro.
De ese plantel titular, Ernesto Álvarez fue el único que no fue parte de la selección chilena del 62, pues claro era argentino. Porque seguramente, hubiese sido uno de los primeros en ser llamados por el dominio del juego que tenía. El equipo que obtuvo el tercer lugar, no era más que una imagen repetida del equipo universitario, el cual representaba al fútbol chileno.
Si al Ballet le iba bien, a Chile le iba bien y viceversa. Desde arrinconar incluso al mítico y renombrado Santos de Pelé en un inolvidable 4 a 3 en un privilegiado Estadio Nacional, que aún con el recuerdo fresco vería un año antes a Leonel Sánchez como goleador del Mundial.
Entonces, por lógica, llega la primera expresión en títulos y el dominio técnico y físico del Ballet; 16 triunfos consecutivos entre el 63´ y el 64, el bicampeonato del 64´ y 65´, obteniendo ambos torneos con 4 y 3 fechas de anticipación respectivamente. En 1966 y por la preparación del mundial de Inglaterra, la mayoría del plantel azul fue nominado con la intención de repetir el éxito 4 años antes.
En 1967, ya sin Luis Álamos en la dirección técnica, llega Alejandro Scopelli, quien a pesar de cambiar un poco el estilo de juego tuvo la capacidad de renovar el plantel. Acusando recibo del año pasado, la U tuvo la necesidad de encontrar descanso en nuevas figuras. Apellidos como los de, Quintano, Oleniak y Yávar sustentan una campaña magnífica, obteniendo 12 puntos más que el segundo lugar
Ya pasado dos años y con Ulises Ramos al frente del equipo, el Ballet muestra su última gran imagen futbolística, consiguiendo el título de 1969 y llegando a la semifinal de la Libertadores de 1970. El fin de ciclo se coronó exitosamente con la disputa del torneo continental y una generación completa de ídolos por recordar. Ya han pasado casi 60 años y los nombres aún siguen en la memoria colectiva de cualquiera que se haga llamar hincha de la U.
A pesar de los cambios en el plantel, la intención nunca fue el cambio permanente de jugadores, todo lo contrario, la alineación se tocó muy poco y la estrategia de juego nunca perdió su intención inicial, la velocidad y la permanente búsqueda del gol lo convirtió en protagonista absoluto del fútbol chileno en la década de los 60’.
Un proceso de 15 años, en los que se trabajó institucionalmente, donde los pequeños veían con admiración a los más grandes, por alcanzar su juego, por intentar hacer cada día a la U más grande y mejor equipo. Ya describía el inicio del proceso el Zorro Álamos: “Querían que la U expresara un fútbol nuevo y que, al ya conocido, le agregaran otras facetas para que en un tiempo de ocho a diez años superara a todos los equipos profesionales de ese entonces, especialmente a Colo-Colo.”. Porque lo importante era el club y la formación de una identidad propia, aquella romántica visión del fútbol bien jugado y sin dejar de entregarlo todo por la U en el pecho.