¡¡¡Qué vergüenza!!!

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28 de junio del 2006. Tras una intensa y estimulante jornada en la escuela, me dirigí, camiseta en piel, al Estadio Nacional, para ver la primera final del Apertura. Una soleada tarde, donde la “U” partió en ventaja gracias Herly Alcázar, pero Colo Colo reaccionó y, en el último suspiro, ganó la ida. Aquella noche, me la lloré toda bajo el tablero marcador de goles. ¡¡¡Duele tanto perder con los Albos!!! Eso todos lo hemos sentido. Pero lo sucedido el sábado en Concepción fue una vergüenza.

{mosimage}El tablón arrojado a Macnelly Torres fue un acto irracional y repudiable, tan repetido como ver las noticias y horrorizarse con las muertes.

Es obvio: al ser hincha, muchas veces la pasión se alza por sobre la razón. A todos nos ha pasado alguna vez, aunque la escala de irracionalidad varía desde un simple garabato hacia una elaborada botella con orina. Como dicen “quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”.

Mas quien haya lanzado aquel objeto a la cancha desconsideró de manera íntegra el contexto: partido amistoso y carnaval en la octava región, donde no cabía ni una aguja, con banderas azules por doquier y los cánticos de Los de Abajo rompiendo el incómodo silencio de la noche penquista. Y sólo me refiero al entorno inmediato de aquel 24 de enero…

Yendo más allá, hace más de un año, a la “U” le suspendieron el estadio por los incidentes ante Colo Colo por el Clausura 2007, lo cual llevó a los Azules a ser locales en el Estadio Monumental sin público.

Yendo más allá, el cuadro estudiantil se pasó todo el mes de enero buscando un estadio donde recibir a Pachuca por la preLibertadores, ante el rechazo proveniente desde Pedrero. Unión y la Intendencia accedieron a prestar el Santa Laura, pero sólo con 16 mil personas como tope.

Yendo más allá, todo iba bien con la hinchada azul. Incluso, fue “visita” en el Monumental ante Santiago Morning, donde se ausentaron los estragos y la calma reinó en la goleada por tres dianas a cero ante los Bohemios. Llegué a considerar los pataleos de Gabriel Ruiz-Tagle algo exagerados, como la cobertura al cambio de mando Bush-Obama.

Bueno, y después nos preguntamos por qué nadie le da una mano a una institución tan grande pero tan estigmatizada como la Universidad de Chile…

Me duele decirlo, mas los altos mandos de Colo Colo tenían razón al desconfiar de los hinchas azules, al parecer….

SI QUEREMOS IGUALDAD DE PÚBLICO CUANDO VISITEMOS MACUL EN OCTUBRE, HECHOS COMO EL DEL SÁBADO DEBEN DEJAR DE OCURRIR. ¡¡¡PUNTO!!!

Es un secreto a voces: si a la institución laica le diesen más entradas de visita para el superclásico, sin dudas se agotarían de manera rauda. Habría igualdad de condiciones en el “otro partido”, jugado en los alrededores del bendito césped.

La gente de la “U” valora más que nadie estar en una Copa Libertadores, tal como lo demostraron las 55 mil almas presentes en Ñuñoa en el debut de 2005, ante Quilmes. Lo mismo sucederá, sin dudas, el miércoles al recibir a los Tuzos del Pachuca. Es una paradoja dolorosa, pero nosotros mismos nos privamos de la oportunidad de ver a la Universidad de Chile en el lugar donde se merece estar: la palestra continental.

Haciendo el típico parangón, los países más “desarrollados” carecen, en un sentido futbolístico, de la pasión y el color proveniente de nuestras canchas sudamericanas. Pero los inmuebles siempre se llenan, sin importar el rival con quien se juegue. Es el precio que debemos pagar por ser tan cálidos y efervescentes.

Sin embargo, como filosofía clave en la vida, me gusta pensar que nuestra existencia es dialéctica, donde todo tiene puntos a favor y en contra.

Por un lado, como hincha, no hay nada como el sentimiento de libertad que se vive en el estadio. Perder tu identidad y redirigir toda esa energía en el tablón para alentar a once jugadores con la “U” en el pecho, es inigualable. El fútbol y, de manera más especial, la “U” son ese elíxir sabroso, el cual nos permite sublimar nuestros problemas y alejarnos de una realidad compleja y, por momentos, perturbadora. Como dicen: “hay que estar ahí para sentirlo”.

Por otro lado, como espectador, me encantaría asistir en familia con la seguridad de que nada pasará y que ningún prepotente me hará pasar un mal rato. Además, gozar de un verdadero acontecimiento y espectáculo como lo es ver a la “U”. Por último, quedaría anonadado y feliz de ver al Nacional lleno cada vez que el Chuncho pise la verde hierba, sin importar que juegue con Melipilla, Antofagasta u Osorno.

Lo sé.¡¡¡ Puedo ser tan majadero con este discurso!!! Pero algo debe cambiar. Debemos replantearnos qué tipo de fanáticos asisten a ver al León y para dónde queremos ir como sociedad. Es muy confuso saber con cuál opción quedarse: o mantenernos como los cálidos pero violentos seguidores que somos, o ceder el paso a la palidez en pro de un mejor espectáculo.

Usted decida…

La voz del hincha

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