«Gracias Romántico Viajero, por este hermoso viaje»

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Foto: Patricio González

Por Carla Montes

¿Cómo te explico lo que es vivir un sueño, si aún no despierto? Tengo 22 años, soy de la U desde antes de nacer, mi mamá gritó campeón conmigo adentro, nací el 95, segundo año que volvíamos a la gloria, según me cuentan desde que camino que chuteo un balón, mi abuelo quería un nieto, pero nada impidió que me trasmitiera la alegría de vivir y de disfrutar del fútbol. Lo retaban harto porque una señorita no podía jugar a la pelota, pero doy gracias a su porfía por darme este hermoso regalo.

Ahí partió esta historia en el momento en el que llorando le pregunté a mi abuelo por qué me había hecho amar a este equipo que tanto nos hacia sufrir… Con los años aprendí que era parte de la mítica, «si no se sufre no vale». Los triunfos se los dejábamos a otros, aquí lo que vale es dejar la vida en la cancha y en el el tablón, porque no importa si vamos perdiendo, no importa sino pudimos darlo vuelta, no importa si el jugador no es el más hábil con la pelota, porque hemos tenido jugadores que se han ganado la hinchada con sudor y esfuerzo.
La U, la U del 2011, la de Sampaoli, ese fue un sueño, de esos de los que uno no quiere despertar, llegaron los triunfos pero no dejamos de sufrir, supongo que no era la única que con cada pelota cerca de Johnny se le paraba el corazón, porque nos podía pasar, podía irse todo a la mierda porque nos ha pasado, porque estamos acostumbrados a que cueste. El sábado se le paró el corazón a medio Chile con esa última pelota de San Luis, puta que sufrimos con la salida de Mora, con quedarnos con las ganas de esa vuelta que parecía una locura al principio del campeonato.
Salimos campeones… eso me ha mantenido en el sueño, he visto las fotos, he visto videos, estuve ahí, era yo la que salió a la cancha con un vestido porque nadie pensó que una mujer de metro cincuenta saliera por los hinchas, todo me quedaba grande, el buzo, la polera, los shorts, pero no iba a dejar que la oportunidad me quedara grande. Iba a salir a esa cancha por ti bullanguera, por ti compañera de equipo, por ti rival de la pichanga del domingo, por todas las que soñamos con jugar en el nacional, por todas las que de pendejas soñábamos con un estadio gritando nuestro nombre, por todas las que pensamos en ser hombres para tener una oportunidad de vivir de esto, porque sabemos que no es lo mismo, porque cuesta, porque hay que seguir estudiando y trabajando, porque no ganamos plata, pagamos por ligas, porque somos miles que vivimos en el fútbol amateur, por ti ídola que juegas en el equipo de tus amores pero no eres famosa porque no eres hombre, por ti campeona que te fuiste afuera para ser valorada, por todas y por mi, porque tenía que demostrar que sabía jugar porque yo no solo estaba cumpliendo un sueño, yo tenia que además demostrar mis habilidades, me dieron 10 minutos y aún repaso las veces que toque el balón, quizás debí hacer otra cosa, quizás no debí parar de correr, quizás debí sonreír más para que supieras que la emoción era tal que no podía respirar, quizás debí dar un poco más, pero la emoción era enorme.
Jugar fútbol, por la U, por la de los hinchas, en el Nacional, con la hinchada, contra tu ídolo, marcarlo para luego abrazarlo, sigo soñando con ese momento que fue mi sueño de chica y nunca pensé que se cumpliría. No pensé que pudiera cumplir algo tan loco. Espero que mi actuación «se viera bien» como me dijeron antes de entrar a la cancha, espero haberte representado bullanguera porque el amor por los colores nos hace una, espero haberte representado amante del fútbol porque compartimos la emoción de la cancha. Gracias por la oportunidad de despertar y dar cuenta de que si se puede, gracias por ese aplauso en el estadio que me mostró lo que estaba pasando, gracias por apoyarme, gracias a la vida por dejarme cumplir este sueño que me invita a seguir soñando y trabajando por ser mejor cada día. 
Gracias Romántico Viajero, por este hermoso viaje. 
Foto: Patricio González

La voz del hincha

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