Fuera de las canchas por una lesión que la aqueja desde fines del año pasado, pero con el corazón más azul que nunca. Fernanda Araya, trabaja para su recuperación y volver a defender a la U.
La pasión por el fútbol y el legado de la camiseta azul nace desde dos generaciones más atrás. “Mi familia siempre me incentivó a jugar el futbol y me inculcó la pasión por mi equipo. De mi abuela, prácticamente todos somos de la U, ir al estadio desde chica y jugar con mis primos hizo que me metiera en el mundo del fútbol. Mi prima era bien futbolera, viví con ella cuando chica, ella me agarraba a pelotazos también fue una ayuda para perder el miedo y forjar carácter”, cuenta la Feña.
Su acercamiento al fútbol profesional parte con una escuela de verano en la cual vio las condiciones que tenía. “Mi primer club fue Estrella Manuel Rodríguez, ahí llegué como a los 10 años en un verano, después de eso mi mamá hizo el contacto para ir a la U, y desde ahí nunca me he ido y tampoco me iré hasta cumplir mi sueño de salir campeona”, confiesa.
Desde entonces Fernanda ha construido un camino en el elenco azul, el cual no ha estado excepto de dificultados. “Hay mucho esfuerzo de por medio en el fútbol femenino. Cuando estábamos en el Caracol entrenábamos en una mini cancha de tierra, y como era de noche nos subíamos a la reja para montar y desmontar los focos, juntábamos plata para las pelotas y desde ahí ha ido evolucionando un poco. Nos hemos hecho respetar. El CDA ha sido nuestra casa, somos afortunadas de tener buenas instalaciones, con buenos camarines y agua caliente, que puede sonar como un detalle pero es importante”.
Aún así, Fernanda hace un llamado a la preocupación por mejoras, que por sutiles que se vean, son vitales para darle la importancia al fútbol femenino. “Hay que invertir, preocuparse de sus jugadoras, hay que tener una buena vestimenta, buenos traslados. Esas cosas que a veces nos faltan en la U, uno quiere demostrar que deberíamos tenerlos, y eso lo hacemos a punta de esfuerzo. Hay que valorar a la mujer, nos pasan ropa, pero es gigante, son pequeños detalles que te hacen pensar que no tienen la fe en ti”.
Las complicaciones no se dieron en sus tiempos de escolar, el apoyo del colegio Domingo Matte de Puente Alto, hizo que la Feña pudiera compatibilizar sus entrenamientos con sus estudios. “La gente se da cuenta del amor y pasión que le entregaba al fútbol, tenía que pedir permiso en el colegio para irme a entrenar, afortunadamente tuve la suerte de estar en uno donde siempre me respetaron”.
Su recorrido futbolístico para llegar a la división adulta de las chunchitas no fue un camino largo. A los 14 años ya era parte del plantel, esto debido a que según cuenta fue ahí cuando consiguió la madurez necesaria y el físico para competir de igual a igual. Trayecto que le ha otorgado la oportunidad de capitanear a las azules. “Liderar un grupo siempre es complicado, pero las circunstancias hacen todo sea para el equipo, lo más importante es que todas confiamos en todas, todo se hace por el bien común, toda nuestra entrega por el club lo han visto y se demuestra con respeto”.
A punta de esfuerzo, la Feña ha tenido la posibilidad de integrar la Selección Chilena, donde destacan dos procesos sub 20 y una Copa América. “Tener ese roce es distinto y representar a tu país siempre va a ser lindo. Se rescata mucho el trabajo y entender que con eso se puede llegar a cualquier parte”.
Pero la sangre azul es la que más ha dejado huella en ella. Años de entrenamiento y aliento desde el tablón, la han convertido en una enamorada más de lo que significa ser hincha de la U. “Uno de los grandes valores que la U me ha dado es la perseverancia y la entrega, que no es un valor, pero que pase lo que pase hay que seguir. Donde uno tenga mojar la camiseta, poner el aguante, eso de ir en busca del triunfo pese a todas las dificultades para dejar en lo alto la insignia de la U”.
