Azul Azul se ha jactado en todas las oportunidades posibles de la fuerte inversión que ha realizado en las divisiones inferiores, pero los hechos han demostrado que su interés no es precisamente que los jóvenes sean un aporte al primer equipo.
“Mathías Pinto ya entrena en Liverpool donde espera triunfar”, se titula una nota subida a la página oficial de la “U”. Y es que el joven ariete azul de 16 años ya lleva diez días entrenando en el club inglés, en el que se encuentra a prueba y donde ha tenido un excelente rendimiento, según destaca el sitio.
Pero esto que con orgullo difunden desde el club nos lleva a cuestionarnos la política que está llevando Azul Azul con las inferiores -evitemos la palabra cantera, por favor, porque en España no estamos- y el real interés que tiene sobre estas.
Desde que la concesionaria tomó las riendas de la “U” se ha jactado de la importancia que tiene para ellos el fútbol joven. Alta inversión en implementos deportivos, asistencia social, infraestructura –aunque no se crea, los principales beneficiados con la construcción del CDA son las inferiores, incluso más que el primer equipo-, y pruebas de captación a lo largo de todo el país son algunas de las acciones tomadas.
Se supone que con esto se conseguiría la formación de jugadores integrales, tanto en lo futbolístico como en lo personal, para que así pudieran desempeñarse y aportar en el primer equipo, pero la realidad nos demuestra que esto dista de ser así.
El caso más emblemático es el de Ángelo Henríquez. Un jugador que a los 15 años ya tenía un precontrato firmado con el Manchester United, que realizaba viajes anuales para entrenar con los cadetes de los diablos rojos y que tras cinco meses -¡cinco meses!- de muy buen rendimiento en el primer equipo, fue finalmente vendido al club inglés.
Lo cierto es que Henríquez llegó a Manchester para jugar en el equipo sub 21, para luego deambular por el Wigan, Real Zaragoza y actualmente en el Dinamo Zagreb, jugando poco y nada en sus incursiones internacionales.
Con su prematura partida Ángelo Henríquez dejó las arcas de Azul Azul infladas, pero su aporte a la “U” fue escaso -en cuanto a tiempo- y terminó por hipotecar sus opciones de consolidar una ascendente carrera e incluso, por qué no, el haber sido seleccionado para el Mundial de Brasil.
Todo parece indicar que el caso de Mathías Pinto apunta en la misma dirección: que deje una buena impresión en Liverpool y que vuelva a jugar un par de años en las inferiores azules para luego ser vendido definitivamente. ¿Sobre ser un aporte en lo deportivo para el club? Bien, gracias.
Azul Azul ha presentado un casi nulo interés en que los jugadores de las inferiores le retribuyan deportivamente al club su formación como futbolistas y personas, pues al parecer su prioridad es formar jugadores que sean exportables, ojalá lo antes posible, para seguir llenando sus arcas. Su política es formar para vender, no para fortalecer al primer equipo y generar identidad en el club con jugadores de casa.
Así es como anteriormente se fueron Christian Bravo, Valber Huerta e Igor Lichnosvky, quienes en la actualidad se encuentran jugando en Europa tras ser vendidos habiendo jugado 15, 19 y 54 partidos respectivamente en la “U”, y ni hablar de haberse consolidado como titulares.
No es que esté mal el vender jugadores formados en casa. Pedir algo distinto sería irrisorio en el contexto del fútbol negocio en el que nos encontramos inmersos, pero sí es justo y necesario exigir que como mínimo, antes de pensar en vender, se permita a las jóvenes figuras consolidarse en el primer equipo y que sean un aporte que pueda quedar en la historia del Romántico Viajero.
Tampoco le pedimos a Azul Azul que emule al Ballet Azul, que supo ser el equipo más glorioso en la historia del club con diez de los once titulares formados en casa, pero si al menos la mitad del once inicial fuesen de inferiores, podríamos hablar de un avance considerable.
En la actual formación inicial de la “U” solo Johnny Herrera, “Pepe” Rojas y Sebastián Martínez son formados en casa, siendo solo este último una aparición relativamente reciente. También alternan de vez en cuando Fabián Carmona y Juan Ignacio Duma, pero estamos lejos de estar presenciando un trabajo real de proyección de cadetes para el primer equipo, como el que existe en La Masía de Barcelona o en un caso más cercano, en la UC.
Solo queda esperar que a las promesas actuales, como lo son Nelson Espinoza, Fabián Carmona y Bryan Taiva, se les permita tener la oportunidad de jugar en primera, ojalá poder consolidarse como titulares y recién ahí pensar en una posible venta. Pero con la mentalidad de la concesionaria deberíamos agradecer si es que al menos uno de ellos llega a jugar constantemente por más de una temporada en la “U”.
“Sin duda un gran presente de la joven promesa azul, quien ya muestra sus armas para comenzar a consolidarse en el fútbol europeo”, finaliza la nota sobre Pinto en la web oficial de la “U”. Consolidarse en el fútbol europeo, dice, cuando aún no se consolida ni siquiera en el club que lo formó.