Columna de Lamen: ¿Lealtad?

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El fútbol ha cambiado mucho en las últimas décadas. Como muchos otros deportes, ha tenido que adaptarse a los cambios que han conllevado los tiempos modernos y el placer de observar un verdadero espectáculo es cada vez menor. Para ninguno de ustedes es ajeno que el deporte rey está actualmente gobernado por las cifras, pero ¿Qué tan lejos puede llegar un jugador por la

remuneración de su trabajo? (Ya que el fútbol pasó de ser un pasatiempo a un empleo más). A esto se debe el nombre de esta columna. Una de las cosas más preciadas que nuestro amado juego ha perdido, además de la emoción de la ofensiva, reemplazada por mezquinos planteos defensivos y el folklore de asistir a un estadio lleno sea donde sea, es la lealtad.

Suena a cuento antiguo esa frase amor por la camiseta o el respetar un apretón de manos entre dirigente y jugador. En un mundo en el que el éxito es medido sólo en ingresos y números en un cheque a fin de mes, el fútbol ha recibido serios daños de la competencia mundial. Los recuerdos, experiencias y triunfos vividos por un jugador en un club parecen cosa de otra vida cuando los mandamases de otra franquicia ponen el dinero sobre la mesa.

El último ejemplo de este cáncer que afecta al futbol mundial es el del actual jugador de Colo-colo José Pedro Fuenzalida. El Chapita anunciaba a mitad del 2007 su retiro temporal de la Universidad católica debido a intereses académicos y su posterior re-incorporación al elenco de la precordillera al cabo del término del proceso PSU 2007. Concluido el receso, el jugador realizó la pretemporada íntegramente en San Carlos de Apoquindo, pero la nota negativa llegó cuando a días del comienzo del torneo de apertura se reporteaba su incorporación como nuevo refuerzo de Colo-colo, hecho que dejó atónito al técnico Fernando Carvallo y provocó la ira de los fanáticos cruzados. Ahora sin duda en el próximo Católica v/s Colo-colo el principal blanco de los epítetos de los seguidores cruzados será Fuenzalida.

Pero la culpa no es exclusiva de los jugadores, sino pregúntenle a José Manuel Rojas y Manuel Iturra, ambos baluartes de la Universidad de Chile.

Ambos jugadores, con ya vasto recorrido en el elenco laico y con la experiencia de ser campeones (Apertura 2004) fueron sorprendidos con un rotundo no de parte de la dirigencia liderada por Federico Valdés para negociar una oferta proveniente desde el cuadro español de primera división Levante. Quizás el monto que hubiese recibido el cuadro universitario no satisfacía las expectativas del timonel azul o la oferta deportiva no era la mejor para sus jugadores dado que el Levante es el último posicionado en la liga hispana. Quién sabe, pero lo importante es que el derecho del jugador a elegir su destino para ejercer su profesión es cada vez menor. Alguien debería decirle al jefe Valdés que muchas de las personas que llenan estadios para ver jugar al equipo de la U en el pecho lo hacen para ver jugar a alguien como Iturra, un ídolo indiscutible que sí siente amor por la camiseta azul, como lo demuestra en cada pelota dividida y en cada corrida tras el esférico. Un símbolo de estas características merece un trato distinto.  

Casos en el fútbol chileno sobran: Giovanni Hernández, Rodrigo Millar, Sebastián Pinto contra los dirigentes azules, Carlos Villanueva contra Valentín Cartegiani, entre los más conocidos.

Pero cuidado a quienes miran siempre en menos a nuestro fútbol en relación al extranjero, que el balompié internacional no se salva.  

Lucas Castromán, jugador con un variado currículum en varios equipos grandes del mundo (América de México, Lazio, Vélez Sarsfield) a principios de este 2008 dejaba el América mexicano tras un efímero paso para firmar por el Birmingham Inglés, equipo con el cual tenía un precontrato firmado…… Hasta que Boca Juniors apareció en escena y ese documento quedó nulo, haciendo honor al dicho Borrar con el codo lo que se firma con la mano. El argentino firmó con el club xeneize a pesar del acuerdo concebido previamente con el club de las islas británicas. Actualmente Castromán hace banca en el equipo bonaerense.

Por último, Romario, la leyenda brasileña  que supo ser campeón del mundo en 1994 y cuya estatua embellece el estadio Sao Januario ha visto su inmortalidad amenazada por el presidente del club carioca Eurico Miranda, quien expresó que si el chapulín firmaba con el club Flamengo (Archirival del Vasco) su estatua sería removida. Pero, quien claramente tiene el rol de villano es Miranda, quien trató de entrometerse en las decisiones técnicas de Romario (Quien se desempeñaba como jugador-técnico) al frente del equipo y provocó la renuncia del mismo del cargo. Por favor, los jugadores y técnicos en la cancha, y los dirigentes y dueños en los palcos, tal como debe ser.  

Es perentorio que para evitar que casos así se repitan a futuro se respete la libertad del jugador para decidir adónde ir o por quién jugar. En un mundo futbolero en donde empresas inescrupulosas son propietarias de altos porcentajes de fichas de jugadores, minimizando su autonomía y convirtiéndolos en meros esclavos y los acuerdos entre caballeros se desechan tan fácilmente como máquinas de afeitar, tanto dirigentes como futbolistas deben darse la mano, lograr un consenso y fijar claramente los parámetros de la negociación colectiva para evitar ambigüedades o sorpresas. ¿Cómo puede ser que Claudio Borghi no supiera dónde estaba su jugador Rodrigo Millar en la noche alba?

Completamente inaudito.

Para finalizar, disculparme por la ausencia de columna el pasado día lunes.

Este trabajo esta dedicado a Paulina Blanco García

Que dios proteja su alma y que en paz descanses querida abuela.

La voz del hincha

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