- Nombre: Leonel Guillermo Sánchez Lineros.
- Puesto: Delantero Izquierdo.
- Edad: 25/04/1936
- Estado Civil: Casado
- Años en Universidad de Chile:’53 Hasta ’69
- Títulos: ’59, ’62, ’64, ’65, ’67 y ’69.
- Goles en Universidad de Chile: 159
- Apodo: El crack, El Gran Leonel
- Debut: año 1953 U.de Chile vs Everton, Est. Santa Laura
- Debut en la selección: 18/09/1955 Chile 1 – Brasil 0
- Año del Retiro: 1973
BIOGRAFIA DE LEONEL SANCHEZ
Leonel Sánchez, el puntero izquierdo que marcó una época en el fútbol chileno. Llegó a la U a los once años debutando primera división en 1953. Dueño de una zurda exquisita y de un temperamento explosivo, su aporte fue fundamental en aquel mítico "Ballet Azul" que durante 10 años (1959-69) dominó el fútbol chileno.
En la gloriosa zurda de Leonel, descansa gran parte de la historia del fútbol chileno. Fue seleccionado por más de 12 años, siendo hasta la fecha, el jugador que más veces defendió la camiseta nacional, con más de cien presencias en la Roja.
Leonel Sánchez fue y será el más grande jugador que ha vestido la camiseta de Universidad de Chile. Su imagen permanece vigente en el corazón de quienes gozaron con sus proezas y también de aquellos que no tuvimos la suerte de verlo jugar, pero que sin embargo hemos aprendido ha querer la azul de la mano de su recuerdo.
Instisto Puro
El crack de la "U" triunfo en una plaza que no era la suya.
Me habían hablado de él. Muchas veces y en todos los tonos, me afirmaron lo mismo: en el equipo juvenil de la "U" hay un zurdito que va a ser crack. Tanto me insistieron que lo fui a ver jugar. Fue una mañana en las canchas interiores del Estadio Nacional cuando tuve el primer contacto personal con Leonel Sánchez. Y la verdad es que la impresión que me dejó fue óptima. Tuve la sensación de encontrarme frente a un jugador que no tenía nada que aprender, que las sbía todas, a despecho de sus escasos dieciseis años. A esa edad ya mostraba las características que más tarde lo llevarían a la fama.
Físicamente no impresionaba mucho, salvo en un aspecto: en la fuerza realmente excepcional de su disparo. Era el tiro exageradamente potente para un niño aún en formación. Pero en lo demás era como el resto. Incluso se veía un poco menor, ya que su rostro conservaba toda la simpática desenvoltura y limpidez de un niño. Y tras ese rostro de niño se escondía, una agresividad también especial, que con el correr del tiempo, fue una de sus características principales.
En ese equipo juvenil, y desde que comenzó, Leonel ocupó la plaza de enteala izquierdo, en una función mixta de armador y de liquidador de juego. Pero no era un armador natural o que guiara a sus compañeros, sino un mediocampista determinado exclusivamente por sus características físicas y, especialmente, por la fuerza de su disparo. En la práctica, Leonel no necesitaba siquiera acercarse al área para rematar. Le bastaba tener la pelota en su poder, avanzar un poco y buscar un hueco. Cuando lo conseguía, el zurdazo causaba estragos, los mismos que causó posteriormente en el fútbol grande.
Con el correr del tiempo y, a medida que iba ganando experiencia, se empezó a incluirlo en el primer equipo. Luis Alamos, que lo conocia perfectamente y que le tenía una confianza ciega, le dio la oportunidad, pero no lo ubicó de entreala sino de puntero. Tal vez por esta razón, y por haber jugado siempre de entreala, Leonel fue un alero falso, que aún cuando haya triunfado plenamente en la punta, no reunía en su juego las características típicas de un alero.
Pero en todo caso hay que convenir que el destino o la influencia de Alamos fue determinante, ya que allí en la orilla izquierda encontró Leonel el triunfo que no habría probablemente conseguido con la misma facilidad si hubiese insistido en jugar de entreala. Para esta función y si es que se pensaba aprovecharlo en mediocampo, se necesitan algunos atributos que el zurdo de la "U" no tuvo nunca.
Un hombre de mediocampo debe necesariamente, ser calculador, frío, especulativo en su juego y esencialmente "pensar jugando". Leonel en cambio es instinto puro. Todo lo hace en razón de que le nace de adentro. Nunca porque lo piensa, porque la razón le indica que asi debe actuar. La lógica que debe imperar en un mediocampista, no existe en el accionar de Leonel, que, como dijimos, es profundamente instintivo y así lo muestra en cada una de sus intervenciones, incluso en aquellos goles en que hace lo imprevisto, lo que esta fuera de todo cálculo.
Esta misma característica suya de ser un jugador de instinto, le dio un amplio campo de posibilidades en la punta. Allí en el extremo izquierdo del ataque, el artillero de la "U" aprovechó al máximo todo lo que en el bien entendido de que triunfó a pesar de no ser un puntero natural.
Un alero en cualquier época debe por necesidad ser veloz o, cuando no, tener mucha habilidad. De esto Leonel tiene, pero en dosis no muy altas. Rápido, un sprinter no es, como tampoco fue jugador típicamente habíl con la pelota en los pies. Su habilidad es relativa, ya que se centra siempre en torno a su pierna izquierda. Con ésta lo hace todo bien. Driblea, la esconde, amaga, avanza lentamente para de pronto impulsarse hacia dentro, buscando distancia para rematar. Pero todo esto con la izquierda. Con la derecha, nada o muy poco. Rápido tampoco ha sido nunca. Hablamos de la velocidad vertiginosa de los punteros típicos. Sin embargo, desde sus comienzos cuenta con un pique corto que nunca va más alla de quince o veinte metros, pero que es una ventaja suficiente para dejar atrás a su marcador.
Aparte de esa entrada corta y que siempre es directa, tiene Leonel, como argumento para eludir adversarios, una triquiñuela que repite mucho, pero que rara vez le falla. Al enfrentar a un rival que no le da campo por dentro y que lo aprieta contra la orilla, recurre a una jugada simplísima: hace chocar la pelota contra las piernas del defensor y cuando éste, instintivamente mueve un pie, tecoge el rebote y se va. Es cuestión de segundos, pero es suficiente para que el artillero universitario logre el hueco que buscaba y remate.
Todo lo demás es muy conocido. Así debe considerarse su centro largo, que a veces es blando y preciso para el cabezazo de Carlos Campos; que a veces es violento, ya sea a media altura o a ras del suelo, y que de pronto es un cambio de juego hacia la otra punta. Todo un compendio da saber usar el centro como argumentop fundamental en el ataque, al que se debe agregar lo que es tan suyo: el remate fulminante, que no respeta distancia y que, en su proyección, suele ser un atentado a la lógica, como fue aquel zurdazo con el que sorprendió totalmente a Yashin, el famoso "Araña Negra" de los rusos. El arquero sovietico hizo lo lógico: esperó el centro, pero Leonel -instinto puro- no centró, sino que lisa y llanamente apretó los dientes y metió la zurda. La pelota entró como un alud y Yashin ni siquiera alcanzó a darse cuenta.
En esa jugada que le abrió a Chile una victoria importantísima se retrató Leonel de cuerpo entero. Fue la típica reacción del jugador que se tiene fe, que sabe que puede y que no le achica la posibilidad de errar. Cualquier otro hubiera evitado cometer un error y habría hecho algo calculado pero que en esos momentos no servía. Leonel no. Afloró en él su instinto de ganador y se jugó por entero. Pudo haber sido otro el resultado de la jugada y es probable que se le hubiera criticado, pero en la personalidad de Sánchez la crítica juega un papel secundario. Esto, que a veces es un defecto, en el caso del puntero de la "U" es una virtud de mucha valía, ya que por lo mismo que no le atribuye importancia a lo que puedan decir en el caso de un fracaso, le da entereza suficiente para reponerse y seguir insistiendo en lo que él entiende es el fútbol.
Este esbozo de lo que es futbolísticamente Leonel Sánchez no estaría completo si no se agregara algo relativo a la influencia que normalmente ejerce en compañeros y adversarios. Para aquéllos representa una esperanza de triunfo, que jamás se esfuma, que jamás muere definitivamente, mientras quede un minuto, un segundo de juego. Para éstos, el temor, el miedo, la incertidumbre de no poder respirar tranquilos mientras en la cancha tenga un hálito de fuerza el "fantasma" que, con su mortero a cuesta, mora, en la punta izquierda del ataque rival.