Luego del inolvidable triunfo sobre Curicó Unido por 3 a 0, el cual nos permitió volver nuevamente a la Primera División, se vivieron días cruciales para lo que sería el futuro de la hinchada de Los De Abajo.
Una caravana azul con miles de hinchas a bordo de buses, trenes, autos y camiones llegó hasta el estadio La Granja de Curicó para dar la vuelta olímpica en una tarde que, todos quienes la vivimos, no la olvidaremos jamás.
Ya de vuelta en Primera División las expectativas que se hacían sobre el futuro futbolístico de la U en la división de honor eran grandes. Se hablaba de contrataciones de gran nivel para reforzar el plantel y es así como llegaron a lo largo de la temporada los argentinos Carlos Daniel Tapia, Pedro Masaccesi; los paraguayos Gabriel Díaz y Germán Vergara y el chileno Patricio Yañez entre otros. SIn embargo los resultados deportivos eran pobrísimos: la U peleaba en la parte baja de la tabla nuevamente por no descender y nuestra hinchada, ya muy crecida en número de integrantes, no lograba comprender cómo con ese plantel seguíamos sufriendo. Así como la masa crecía también aumentaba la falta de control; frecuentemente ocurrían desordenes a la salida de los estadios producto de las constantes derrotas que sufría el equipo. Además, se debía dejar en claro que se era una barra brava y no se escatimaban esfuerzos para lograrlo. Santiago se plagaba de graffitis con la sigla L.D.A. y con frases alusivas al sentimiento hacia la U; era común luego de cada encuentro "visitar" a la hinchada rival para arrebatarle sus lienzos, que servían como trofeos de guerra, que daban respeto y renombre a la barra dentro del medio. Ante la cantidad de sucesos en las canchas nacionales -hechos que eran relativamente nuevos y causaban gran conmoción en la opinión pública- tomaron los distintos organismos ocupados de la seguridad ciudadana cartas en el asunto. Se dió una orden amplia de investigar a quiénes componían la barra de Los De Abajo, cómo se organizaban y financiaban.
Por sus parte, los distintos periódicos, canales de televisión y revistas deportivas comienzan a interesarse por este fenómenos que se estaba haciendo muy apetecido por el público. Es así como el diaro La Tercera reúne a los "cabecillas" de las barras de Los De Abajo e Imperio Azul con dos barras de Colo-Colo para terminar con las diferencias y en definitiva con la violencia. Se consideraba a Los De Abajo como la barra más violenta del país por su manera de actuar, por su irreverencia y capacidad organizativa, y era la que estaba creando los mayores problemas. Por su parte, los organismos gubernamentales y otros medios de prensa, luego de estudios que incluían "infiltraciones" en la barra, llegaban a las siguientes conclusiones:
- Los barristas sólo iban al estadio a hacer desmanes y no se preocupaban de lo que pasara en el campo de juego, ya que saltaban y cantaban sin mirar al campo de juego y hacían "extraños bailes" (?) en donde empujaban y golpeaban sin darle atención a lo que sucedía en la cancha.
- La barra estaba compuesta por miembros de movimientos punk thrash y ésta era una de las razones de las actitudes violentas que estos miembros tenían.
- La barra estaba infiltrada por miembros del MJL (Movimiento Juvenil Lautaro, grupo de extrema izquierda) y las actuaciones no tenían otro tenor que el de maniobras políticas que buscaban mantener en actividad a los extremistas.
- Existían integrantes de la barra que pertenecían a sectas satánicas, ya que lucían cabellos largos, poleras negras. Algunos de estos llevaban cruces invertidas y tenían tatuajes en el cuerpo.
Ante "tamañas" conclusiones la solución se hacía una sola: eliminar a la barra y disolverla. Uno de los caminos era dejarlos sin financiamiento, lo que no sabían los señores era que la barra de lo que más carecía era de auspicio económico. Con suerte se podía ingresar a la sede del club. El presidente del club de esa época, Rodrigo Norero, quiso ponerse a tono con las medidas y que mientras él fuese presidente, Los De Abajo no entrarían ninguno a la sede del club, no recibirían ningún tipo de ayuda y decidió expulsar a los miembros de la hinchada -que fuesen socios de la U- de los registros dela CORFUCH (Corporación de Fútbol Profesional Universidad de Chile). No quedaba otro remedio que reunirse a fuera de la sede, en casas, bajo la torre Entel o en la plaza Chacabuco. Sin duda decisiones muy desafortunadas del señor Norero, al cual desde hace mucho que no vemos hinchando en la por su "club de siempre"…
El año 1990 fue muy recordado por los incidentes del estadio de La Cisterna, en donde tras un horrendo arbitraje perdimos 3 a 2 contra Palestino. Ese año estuvimos a un partido de caer a la liguilla de promoción. Sólo nos salvamos en aquel triunfo por 4 a 2 contra Unión Española en el Estadio Nacional, con una gran actuación de Patricio Yañez, en uno de sus contados partidos jugados con la camiseta azul producto de sus seguidas lesiones, las cuales desaparecieron "milagrosamente" cuando se fué a Colo-Colo al año siguiente… La hinchada no te olvida, Pato.
De 1991 la Copa América realizada en Chile marcó un hito: ningún jugador de la U fue convocado a la selección que la disputó. Sin embargo, el real aliento para la selección provino desde el sector sur (faltó Puyol y el "Pepegol"; faltó la U!). Tras el desliz del metrotrén y una nueva mala campaña del equipo, el fantasma del descenso volvió a rindar con fuerza en el Nacional. Ahí estaba el León, esta en la liguilla de promoción luchando por no caer. Quería mantenerse en pie, enderezar pronto y en forma definitiva seguir el rumbo. El "claro que no vamo’ a bajar, claro que si vamo’ a aguantar…" sonó en como nunca. eran voces, adultas y noveles, que no querían seguir sufriendo, que no podían seguir sufriendo, que querían ver a la U encumbrada en el lugar de los privilegiados, pero que podían seguir cantando toda una eternidad con la misma fuerza si el León no levantaba cabeza… con el mismo aguante… ese aguante que solo el azul de corazón sabe que existe…